Un
estudiante vino a conocer a un maestro sabio en su búsqueda por el
conocimiento. “Maestro, he viajado grandes distancias para encontrarme
contigo con el deseo de beber de tu océano de conocimiento. Por favor
ilumíname.”
El
maestro le pidió que se siente. Tomó la tetera de la mesa y le
sirvió té en la taza que ya estaba llena. Sorprendido ante la actitud
del maestro, el buscador rápidamente le recordó: “pero si la taza ya
está llena…”
“Tal como lo estás tú”, dijo el maestro muy calmado
Casi
siempre nosotros escuchamos de los otros solamente nuestras ideas y
conceptos. Nos escuchamos a nosotros mismos. Esto inhibe nuestro
aprendizaje. Para aprender uno primero debe vaciarse a sí mismo de los
viejos conceptos e ideas.
Sri
Bhagaván dice: “Aprender es desaprender.” Cuando estamos atrapados a
nuestra perspectiva lo que sucede es meramente “escuchar”. Una vez
que has etiquetado a algún colega como falto de juicio, cualquier
sugerencia que venga de él sonará irracional. Tú ves su idea a través
del lente de lo que tú asumes sobre él. Y así es con todas las
relaciones. Un esposo se torna de oído sordo a cualquier agonía de su
esposa, si la tiene etiquetada de “tonta”. Las sugerencias de los niños
generalmente son ignoradas por ser inmaduras.
La
falta de atención se origina de nuestro ego que incesantemente juega
el juego de “Yo sé más…” Tomando seguridad de lo que sabes o
perspectiva, te rehúsas a aceptar nada que se esté fuera de tus
dominios de conocimiento, previniendo el resquebrajamiento del ego.
Sin querer perder la batalla, tú prolongas el argumento así sea que la
verdad esté ahí parada frente a tu cara.
Sin
una mente abierta, el progreso en los planos material y espiritual es
solo una fantasía. Una mirada rápida a las vidas de grandes hombres
revelarán una tremenda humildad. Con la humildad viene el escuchar y el
aprender.
Sri Bhagaván dice, “El primer camino hacia escuchar es hacerse conciente de que no estamos escuchando.”
Estar
iluminado es estar liberado del ego. Escuchar es natural para un
hombre iluminado y toda lucha por probarse a sí mismo cesa. Él no
contamina los hechos con asunciones.
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